viernes, 12 de agosto de 2016

La Indómita Luz



Desaprensivo mundo, escenas repetidas, 
largas humaredas de asfalto que quiero exorcizar
Voy tomando distancia del viento
Atrás quedan tus pasos, para cerrar un círculo.

Avanza la noche, retrocede la calma
Caminar marcando cada esquina deslucida
todo comienza a teñirse ante el desosiego de las horas
Tú nombre, esa palabra que tiembla en mí.

La mente juega sucio, pone en jaque las fronteras
Necesito librarme, convencerme, saltarme
Nadie debe manchar mis borradores, lo repito
Pero rompiste con el nihilismo. No subestimar la negación.

La palabra, siempre. Introspección, sublimación
"Besos mares de algodón" mientras busco tu boca
Necesito, necesitar, y algo de esa libertad cede
Elección, la clave de todas las batallas.

Ya no hay miedo, ya no hay, ya no ¿Ya no?
Y la musicalidad de la esperanza es ilusión
y la angustia de la espera es fiebre
y la puerta que se abre es incertidumbre

y más allá está todo aquello que supe querer
y los sueños vienen suaves, 
y las muertes, y la suerte, y la eternidad
y la palabra apacigua como la indómita luz.

La cual gira al vacío y me arrastra hacia ella
pero no caigo, vuelo. Vuelo y toco las nubes
y un dulce amanecer absorberá todas las luces del cielo.
El mundo es hacia delante y a los cobardes, los vomita Dios.

domingo, 10 de julio de 2016

Lo Indecible



¿Cómo hablar de lo indecible? ¿Cómo se quiebra el lenguaje hasta la desfamiliarización de lo percibido? ¿Cómo recuperar los objetos que se nos han perdido con la sola ayuda de la esperanza? Estas cosas no le importan a nadie, me repito, mientras una parte de mi me fuerza contra las cuerdas del pensamiento y me dice que ahí, justamente, está lo que más importa. La institución que me arrojó al mundo nada sabe de esto. Sólo me miraran extrañados y dirán que estoy perdiendo, malgastando mi tiempo. Tiempo. Ser y tiempo; Ser y nada, la nada del para sí, y el en sí que me forjó en hierro que se convierte en nada proyectado a futuro en la medida de las posibilidades del Ser, producto de la transformación del Ser en la elección. El Dasein, finalmente ¿Ultrajado? ¿Y qué hay de las ruinas neblinosas del tiempo? ¿De los brazos que lo contienen, que lo arropan en un espiral infinito? Estas cosas no le importan a casi nadie, lo digo otra vez. Acomodamiento/Andamiaje. Estadios/Procesos. ¿Progresos? Subjetividad. Claro, pero parece que todos tienen un librito (aunque no lo digan). Gafas y anotadores. Y de repente "¿Qué lo trae por aquí?" y luego "No se puede todo". Y justo ahí empezás a perder. ¿Qué importa el mundo, el sistema del mundo tan ordenadito si no te eriza la piel? Préndanse fuego, amen sin tilde. Construyan grandes quimeras. Y Vuelen como hermosos meteoritos hasta desintegrarse en la atmósfera. Una hermosa estela fugaz que servirá para el deseo de otro, y luego de otro que también decidió mirar el cielo. Hasta que el planeta mismo se contagie de esa fiebre, y finalmente una revolución movilizada por lo artístico hará soñar al pueblo.

Y luego sí, dejar de limitarse con tanta porquería de manual, con tanta bazofia de debes y haberes. De formalismos con gente que tiembla cuando se trata de vivir. Basta ya. No lo podré decir. No alcanzaré a nombrar lo que/por lo cual/quizá. Simplemente esa esfera de fuego que roza mi piel nos bañará de vida, vida que ahogaremos en esa bruma que se arrastra y choca, y rompe contra todo lo que haya que romper, esa tan violeta marea que estamos mirando. Vos mirando, desde hoy. Algo quedó atrás. Yo mirando desde antes -alcanzaste el secreto demasiado pronto y lloraste por la luna- (1). Entonces esperé la esperanza, hasta que me di cuenta que la vida, esta cosita que se escurre entre los dedos, había que tomarla con una actitud tan grande al punto de perderse en ella. Y entonces sí ¿Cómo hablar de lo indecible? ¿Cómo se quiebra el lenguaje hasta la desfamiliarización de lo percibido? Estas cosas son las que me importan. Buscá las tuyas, y cuando las encuentres, incendiate con ellas. 



(1) Frase del tema "Shine on your Crazy Diamond", Pink Floyd.


domingo, 3 de julio de 2016

Escritura y Amor



"Detrás de este triste espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas, de que no haya muerto del todo en tu memoria..."
Julio Cortáza
r


Y va bajando con fuerza la triste nota que suena así. Mis manos tiemblan. Alguien perdió el camino. Y te dirán mil mentiras y te cubrirán de guirnaldas tu rostro en una fría noche. No, no. Stop. Terminá de lavarte la cara y mirá a tu alrededor, otra vez. Otra vez. Somos nuestros salvadores, eso escuché. Pero lo saqué de contexto. Es que ahora estoy sólo y te imagino. Me imagino una que vendría a suplantarte, pero esta dice que se queda,  y yo le digo que está bien, y que le creo. Pero no creo que sea sano todo esto que hago, que mi mente me hace, que mi cuerpo responde como una absurda pantomima que calza justo como guante en mi locura. No. Otra vez, te digo que no. Ambos lo sabíamos. Pero el que habla soy yo, así que ¡silencio! Puedo manejarlo. Solo voy a despejar este sentimiento gris y decorarlo con hermosos verdes azulados y floridos rojos de sabor agridulce y entonces si que ya no va a hacer faltar esperar/te.

La otra noche me tocaron la mano y yo, jaja, fue muy gracioso. Escuchá. Lo que pasó es que me tocaron la mano y cuando me di vuelta ya te habías ido. O sea, no. No enloquecí. Vos sabés que... No, no sé si es normal, sólo digo que estoy felíz, o al menos se le parece, por momentos. Es libertad. Es escritura y amor. Es música e imaginación, y ni te cuento de los colores. Vos ni siquieras le prestabas atención a los colores. Era blanco o negro, y no había más ¡Ay si pudieras verlo!. La cantidad de matices que rebotan contra el suelo y las paredes, saltan desde la terraza al patio y los más osados caminan por la cornisa del balcón. Ya vendrán por mi. No soportan que sonría así. No se puede ser feliz así. Eso dicen, y repiten. Repiten.

Bretón entendía, pero lo que no entendía es que ésto también había que soltarlo y saltarlo. No hay manifiesto. No sirven. No hay límites. No debiera haberlos. El límite lo impone la palabra. Cuando decís, vamos a hacer ésto o aquello, y luego, este será nuestro proceder de ahora en más y ¡zas! la cagaste. Te pusiste extremista como esos que criticás y derribás para contruir otro imperio. Pero bien, hoy es así, ahora es así y entonces comulgo con André, pero mañana me sentaré a tomar café con el clasicismo y luego habré  de moldear catedrales con los barrocos o escribiré sonetos en un pueblo rural. Qué importa del después. Tango. Y ahora un bandoneón por aquí, y un buen vino dulce que baja suave.

No hace falta, ese es el punto, porque la marea está en retirada y estoy tranquilo. Y tengo planes. Mientras bailo con la locura tengo planes, pero ojo. No los voy a quemar con nadie, y nadie va a poder mancharme los borradores. Aprendí eso, si no te salvas vos ¿Quién entonces? Ahora a hacerle trampas a mis sombras y trazar anillos de humo en el aire. Te doy la mano y que te vaya bien. Y te deseo colores que te permitan trascender los acromáticos para que puedas observar variaciones en tu mente. Dejémosle el odio a los otros. Nosotros nos despedimos con amor y buena suerte.

Mis manos dejaron de temblar. Todos perdimos el camino ya, y parece que era así nomás, porque la verdad, la literatura está un poco para perderse en el viaje. Voy dejando estos bemoles por acá porque ahí vienen a buscarme. Es que, como te dije, no soportan felicidades por más momentáneas que sean. Qué importa. Qué se rompa el cielo, voy a darle fuerte a las teclas, así, y va subiendo lentamente la dulce nota.

¿Acaso no es esto maravilloso?

viernes, 24 de junio de 2016

Pasaje Irreal



Este pasaje es irreal,
el objeto es ilusión, 
el peso está en la mente,
basta levantar la vista 
para darse cuenta que el universo es intangible,
que el tiempo ya pasó y todo juega en la oscuridad, 
baila en el infinito con luces que ya no existen. 

Refriega sobre mi vista todo el peso de la mentira
que tu existencia enseña para vivir,
tal y cual como cuando quieras donde la vida,
la puta y hermosa vida, ¿Quién te enseñó?
Una voz de Amo que se alza sobre tu sinapsis
y te hace creer que...creer que entonces si,
es esto. La vida. Este pasaje irreal tan irrelevante,
tan efímero, tan tragicómico al que adherimos
y aplaudimos, y no cuestionamos.

¿Cuando pensás realmente volar? 
¿O acaso no entendés aún que todo es ilusión?
Adherí a lo que quieras, pero entendé,
realmente entendé que esto es pantomima.
Y se termina, y todos nos estamos muriendo.
Así que elegí la forma en que vas a aprovechar 
actuar sobre este gran teatro

Las luces que ves, no existen más.
Este pasaje es irreal.
Van a bajar el telón.
Pero antes, desenmascará a la muerte
y besala en la boca
y por supuesto, 
no te olvides de comer de la manzana inexistente
que algún Dios creó sólo para que el vacío 
tenga, aunque más no sea, algún puto sentido. 

viernes, 6 de agosto de 2010

Cartas de María





La verdad que eso no es lo que duele. Lo que jode realmente es la soledad. La miseria del día a día. La cotidianidad de quedarme conmigo. El reproche constante. La cena con velas y este vacío infranqueable de añares por motu proprio. Tendría que haber elegido lo de todos: el puchero, los pibes correteando, los reclamos de la bruja, pero no. Eso no era para mí. Cómo habría de ser para mí si estoy ausente hasta cuando me miro al espejo. Dicen que uno es más dichoso e incluso que hasta se viven más años con lo otro y no sé cuantos versos más de psicólogos cognitivos y desvíos estándar. Y no, sigo insistiendo, más bien confirmándome que no era. Pero vuelvo al cuarto, deshago la cama y se ve tan grande que me da por pensar que vivo equivocado. Este pucho en la mano que no suelta y la máquina de escribir entre mis adicciones patológicas.

Ayer llamó Ignacio, me pidió que salga un poco. Está tan preocupado por mí el pobre qué ya no sé qué decirle. Él está bien, y me alegro. Con Anita logran una envidiable perfección, se raspan la piel, se gruñen por impuestos, se olfatean por celos pero ahí están, olvidando las riñas todas las noches para cogerse de lo lindo y resolver sus dilemas.

La verdad, pude haber tenido esa suerte de conjunción prolongada también. Pero para eso hay que bancarse el juego. Muchos ni siquiera se dan cuenta. Creen que así es la vida, y no. Es una de las tantas cosas lúdicas a las que uno adhiere. Pantomima tributaria de espejo.

Siempre le decía a María que había que crear algo nuevo, ella asentía, pero no escuchaba, no profundizaba, y no la culpo. Realmente siempre me costó hacerme entender. Por puro ego nomás a veces creo que el otro tiene que leerme más allá de mis palabras, verme más allá de mi piel y lo cierto es que nada de eso sucede. Uno termina tomando por válido el juego y pelea como bruto queriendo derribar al contrincante. Cuando todo acaba viene el alivio, hasta que uno cae en la cuenta que, otra vez, se ha quedado solo.

Es momento de salir a la calle, mirar un poco este cemento que sostiene a los hombres. Empeñar el Rolex del viejo –el cual le dieron después de cincuenta años de laburo en una empresa- y mandarse a mudar. Francia, Grecia, Alemania, Austria, Italia y de vuelta a casa. Para encontrarme con mi cama de dos plazas y estirarme a gusto, auto- convenciéndome que no, que no era para mí. Descorchar un vino blanco, prender otro cigarro y escribir. Escupir cuánto sea para seguir viviendo con mis contingencias. Podría haber sido de otro modo, lo sé. Volver al pasado y saber que la pasamos bien, que María ríe cuando salpica el agua, que su panza está creciendo y la responsabilidad no es tanta. Que la alienación no quita creatividad como pensaba. Y hay puchero en este día tan frío, y conversamos en la mesa sobre cotidianidades diarias.

A Ignacio le salió redondo el negocio, María. Está tan contento que nos invitó a cenar el viernes. Y tal vez un buen tinto entre los cuatro –no me acostumbro a decir cinco, menos imaginándolo- hagan una agradable velada. Pero hay que volver temprano, porque, después de todo, la alienación no es para tanto, pero está presente. Y la responsabilidad no era tan pesada, pero presiona sobre la línea y el acto. Porque si yo me quedo sin sustento, el plato de arroz me lo como tranquilo, pero pensando en los tres –ahí lo dije-, ya pensando en los tres no se puede, María. Y ahí te invaden los miedos, viste. Y uno sale rajando de esa vida, y uno recuerda esas ganas impresionantes de volar sin tener que dar excusas ni tener que pedir permiso a nadie. Ni imaginarlo puedo, mi querida. Mejor me vuelvo al presente. Y estoy solo, claro. Te hablo como un loco que ha desarrollado recursos imaginarios. ¿Por qué pensás que la castigo tánto a la máquina? Esto es lo que hago, divago, creo, deliro y vivo de esto. De esta maldita escritura que se me impone por las noches y no suelta, no suelta. Escribo lo que no fue y no me arrepiento de nada, sabés. Es verdad que quizá no tiene sentido tampoco. Pero no es eso. Es lo que elegí y debieras respetarlo, tal como yo respeto que hayas elegido la familia, y no sea yo con el que te batís a duelo, con el que adherís al juego para que finalmente terminemos en una cama, como tantas noches que ya no son.

Ya es tiempo que dejes de enviarme estas cartas, María, así finalmente, dejo de contestar en mi mente lo que jamás te voy a responder.

Pero te digo la verdad, no son tus cartas lo que duele, sino esta soledad, esta cotidianidad de quedarme conmigo.


Lo que jode, realmente, es mi propio espejo al final del pasillo.

sábado, 9 de enero de 2010

Mirrors



No hay forma de contenerlas. Nos miraban espantados. Es que no esperaba escupirlas ahí. Pero sino comenzaría el dolor en el estómago, las punzadas agobiantes del silencio, un crepúsculo del cielo imposible de acallar. Fue repentino, cayeron arrodilladas, pronto encontraron salida, vertiginosas, desinhibidas, impropias. ¿Esperaban acaso que las ahogue? ¿Que las sumerja hasta que, civilizada-mente, se parezcan a todas? Cómo adherir a semejante atrocidad ¡Qué salgan! ¡Qué molesten! Buscaré la forma de acomodarlas, les daré mi confianza, me las apropiaré. No serán huérfanas, no.

Todo comenzó aquella noche que buscaba tres números impares y esa silueta distraída embelesando la noche. Pronto esa estructura que parecía la vida, pero que no era LA VIDA. Y un pie desnudo manifestando el absurdo de ese orden lineal. Ese falso orbe infinito y cerrado ¡cómo tolerarlo!
Inés tuvo un pliego desesperado, de incomodidad, de desatino. Confundió buenas costumbres con hipocresía (es que tanto se parecen) Tiró un salvavidas hacia ningún náufrago.
Me dio por reír, ella no era siempre así ¿Porqué se vio en la necesidad de salvar/me (se/nos)? Su condición de espejo, claro. Un berrinche ante su gente hubiera sido el ocaso para su forma. Su ocaso.
¿Mi reacción? prender un cigarro; ver como se desataba la tormenta. Contemplar las burbujas del vaso, que ahora se desesperan buscando la superficie, chocándose, suicidándose entre ellas para alcanzar el aire...un instante puede justificar toda una noche. Y esa noche era insalvable.
Luego, quedé callado, porque se arremolinan con las palabras, prisioneros de un lenguaje sin saberlo, y buscan la manera de arrebatarse, de salvarse de ese palabrerío inútil que no saben manejar, y aún sabiendo no alcanzan a distinguir el hueco existente de las no-palabras, lo innombrable, lo que se escapa, como las dandyselas extravóticas del desinteresbramiento ocumilar de las imageneras.

Vuelvo a reír. Ahora me miran raro, como si no fuera yo, ese yo que dijo y no dijo lo que ellos ya saben pero prefieren no escuchar. Y ese Otro comienza a hacerles un ruido insoportable, lo sé por sus caras, sus muecas incontrolables, el revoloteo incesante de los ojos que miran a cualquier parte queriendo saltar rápido de esa escena...pero culpen a las estructuras, a las construcciones si lo quieren (en el mejor de los casos, a hacerse cargo de su sí-mismo) Simplemente desprendí una venda, nada más.

No hay formas de contenerlas. Las palabras digo, cuando hay que escupirlas nada peor que la auto-censura; ¿no medí las consecuencias? tal vez, tal vez...
pero qué importa ya; ahora me mira con rabia y los presentes quedaron desconcertados...no hay réplicas, solo silencio y dudas, solo dudas y silencios.

Mientras,
ellas saltan,
desordenan la mesa,
tiran por la borda tanto formalismo de bolsillo,
ríen,
disfrutan tánto como las burbujas en el vaso,
saben bien que les daré mi confianza...
y no serán huérfanas, NO.

-Finalmente, Borges, usted tenía razón. Qué abominables son los espejos.-



martes, 13 de octubre de 2009

Aún



Aún si la boca bordada no dijera nunca
aún si el silencio no alcanzase detrás
se arrastraría entre sombras
/cansadas como ruinas/
esperando el síncope
de esta noche
/como todas las noches/
en que mis manos
alejaron el alba

Para no volver
sellando la suerte
/del agua que rompe
y no cesa/
dejando manchados mis labios
/de recuerdos/
en desatinados sueños
perdidos al amanecer

Aún si quebrara distancia
no habría creencia
pérfida lengua
que desanda los pasos
con palabras al céfiro
de perpetuos infames

He tomado en serio
lo que pertenecía al fuego
he de resistir el peso
de lo que aún respira
/acecha/desecha/
alguien crepita
en el silencio

Escalada bélica que mortifican
/errantes/
a los que no pisamos el suelo
/todavía/
por no chocar con la imperante
e inquebrantable realidad

he de mentirme
/como ahora/
diciendo que puedo
cuando no puedo

hacia el sol incierto
que brilla pálido
como la luna última
que la percepción impone
socavando las grietas
de otra esfera
de otro júbilo marchito

he de empujarme
/como ahora/
a una salida futura
que ya se ha derrumbado



Aún si la boca besada
fuera otra vez la brisa
amarga ésta
volvería a pernoctar
palabras repetidas
para deshacerlas
/como todas las noches/
en el orgasmo
de Dios.


sábado, 10 de octubre de 2009

Rosa



A la memoria de mi abuela



Última mano que roza el pelo
/tiernamente/
tiempo de dramitas lejos,
ojos brillosos, rasguños pequeños

las cosas de grandes con mi madre
con nosotros: el amor.
conmigo,
/con mi egoísmo de diez veranos/
lo absoluto

/de haberlo sabido
quizá/

Pero se esfumó una noche,
de esas noches solas,
que a un Dios implora,
el fin, el derroche

y cuántas criaturas
con ella, pretérito;
sin ellas
/al fin/

Chiquillos gritones
desterrados en provincias,
la ciudad siempre tan lejos,
una muere sola
/se dijo/

El hombre: perdido,
el siguiente:
/no querido/
ausente;
y a desandar
la oración

La pensión de testigo
pronto las venas
/hinchadas/enfermas/
No iban a aguantar
el médico lo dijo
/dolor/

Pronto el fetiche al cuerpo
ritual sádico
/despedida/
las lágrimas de los presentes
/siempre tan ausentes/
y
la miré
/tiernamente/
tiempo de dramitas lejos
ojos brillosos, rasguños pequeños

Uno,
/finalmente/
muere solo
/me dije/
y despedí su amor.

martes, 6 de octubre de 2009

Para que cuelgue el Sol


Este quiebre de olvido
sapiencia maltrecha
recoveco insólito de soledad
calcinada,
despoblada
para que cuelgue la noche


Este espacio de sombra,
ausencia que desecha,
presencia que imagina,
y en tu nombre
y nada más
nada más


Un cristal fragmentado
y el vuelo arduo
de encontrar la salida
onírico cielo
cerrando las grietas
para que no cuelguen las gotas


Volverá esta primavera
volverá esta madrugada
con tu nombre
pero será un lamento
El lamento
de firmamento infame
de pasados impares
de pérfidas cicatrices


Perdiendo,
abriendo
-sollozando-
los ventanales
Para que cuelgue el sol


sábado, 19 de septiembre de 2009

La Puerta Estropeada





Algo se rompió, se escucharon ruidos, cristales desechos, cuerdas destrozadas por un inexperto, una melodía interrumpida, un portazo final. Algo se rompió esa noche, nunca pensé que podía transitar caminos así, tenerle miedo a la luz, al cielo de vidrio, a la puerta que tomó prisionero mi dedo y, en especial, a mí mismo. No pensé que podía temerme. Yo, tan pensante, y ya no pensar, ya perder completamente perdido; desorbitados los sentidos, la valentía que enmascaraba la soledad quebrada, y la risa que ultrajaba entre licores cerrada, y tan solo yo, temiéndome temer; caminar en círculos, luego líneas rectas hasta la pared fría, mojada, llovizna incesante, llorisqueo horrible de mi alma afuera. Volver a la pantalla con los ojos hinchados y verla donde no me ve, y puede decir sin escuchar el ruido de la gota que se escapa, huyendo del musgo, liberándose del cuerpo, rumbo al piso, y explotar contra el suelo, como saltaron los conejos, como saltó él sabiéndose perdido. Del diez al once hay un abismo, era demasiado -¡cómo lo entiendo!- , y entonces saltar, la estación última, el final brindado a merced del contexto. Y leyéndolo me leía, ambos nos mirábamos, desde las páginas a la realidad, de la realidad a las páginas y la historia análoga se fusionaba en el final, el mismo de la gota (que ya es otra, y la misma) buscando zafarse de mí, de la terquedad con que la miro sin saber que la observo. O peor, sin importarle ya. Buscar el sueño, los ojos ciegos y otra realidad sin cosmos, que es librada al azar. Pero no hubo, no había, no. Nada de eso, seguir en cuerpo doliente, entre sábanas cada día más grandes, ofuscadas de estar conmigo, siempre conmigo, siempre. Y entonces lo temido comenzó a acercarse y regresión de mis años, abrazando mis piernas, buscando algo que esté fuera de mi, capaz de pelear con fantasmas ¿Quién era? ¿Qué era? Hacer, algo se debe hacer con eso y encima las gotas no cesaban. Y no poder volver, carajo. ¡Qué difícil se hizo! Extraviado veinte años, donde los fantasmas sí tenían peso, pero estas caras eran distintas, gota sobre gota, no dan tregua las malditas. Y pasar de lo interno a lo externo, cefaleas, tensiones, fiebre…levantarme buscando salida y la puerta se cierra y temiendo lo temido, me perdí. La oscuridad sofocante, el silencio horrible, tu ausencia, tu ausencia, y las gotas emprendieron la batalla, una tras otra, una tras otra, no dan tregua, no.

Esa noche pensé que no salía, que quedaba perdido para siempre, y temiéndome prisionero de lo involuntario, gobernado por la irracionalidad, sin recursos, sin sueño, sin vos, sin mí, finalmente desperté.

La mañana y su rutina me salvó de mí, de lo que ya no era, de lo que ya no soy.
Sé que algo se rompió esa noche, una melodía interrumpida, un portazo final.
Ya nunca podré ser el mismo.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

Casi Nada





Casi como que no podrá,
como si nada pudiera ser
con un todo, cómo, quién
sin nadie, contigo, sin nada

Casi como si lo intentara
y quedase entre sombras
como la noche, sin todo
contigo lo que deseaba

Quién, cómo podrá saber
si el viento fue alejando,
entre tantos, tus ojos

Como el precipicio
sin vicio, conquistada
casi nada, como todo


Mar Adentro



¡Cuánta espuma! Hay como manchas desgarradas con furia, y se levanta, empujada por el viento, una parte de la brisa, arrastra cuanto puede y rompe. Y nunca se termina. Ella es eterna, hermosa, violenta, única y tiene, lamentablemente, un mal juicio. No mira cuanto rompe, cuanto desgarra a su andar, empujada por el viento puede derribar lo que sea, y se deja hacer, sin reparo alguno. Es interminable, no me alcanza la vista, no hay otro lado, su único límite es el cielo. Quise llevarla conmigo, hice un gran esfuerzo realmente, absorbí cuanto pude, junté litros de ella, y aún así, sólo me quedé con partes de si misma; no está completa y me da una gran tristeza, tantas ganas de llorar que tomaría su mismo estado, sus mismas partículas, hasta convertirme y confundirme en el mismo líquido.
¡Pero cómo no recordar el principio! ¡cómo borrarlo! Fue lo mejor que tuve, fue la felicidad, el éxtasis, la pasión inigualable, mi locura. Pero claro, los demás…
Yo me protegía, lo admito, solo observaba a la distancia en un principio, y el vendabal era sorprendente, la forma en que rompía, la manera tan violenta de lo que quedaba pegado como la espuma; se deshacían en ella, se perdían, evaporaban !ay de ellos¡ yo solo observaba y disfrutaba, como en una llovizna, sin quedarme empapado, impregnado; así podía continuar, un tiempo, claro, un tiempo, porque después, no quedó otra: había que arriesgarse a la posibilidad de ahogarse o huir, ya era demasiado tarde para huir, y soy terco como la roca en la que rompe. Los primeros meses, nos acomodamos como pudimos, con limitaciones personales, uno al otro. Intransigente fue el paso del tiempo y produjo algo inigualable, pero todo fanatismo conlleva a la enfermedad, a actos que de tanta pasión rompen con la cordura, y así fue, pero no saben cuanto lo intenté, realmente no saben, hubo tormentas, tempestades, distancias y siempre, cayendo y golpeándome, lograba ponerme en pie, para seguir, siempre para seguir y volver a verla levantarse, así, tan feliz como si volara, y yo disfrutaba esos momentos, aunque supiera que, luego, iba a romper otra vez con un gran martirio sobre mi mente. Yo no pude elegir, llegó un momento que sentí a Sartre un gran farsante, yo ya no estaba eligiendo, moría por ella, no había yo sin vos, y la espuma fue ganando terreno, la sal fue impregnando mi cuerpo, y cuando ya no daba más: desapareció.

La busqué claro está, pero no estaba ahí, lamentaba su partida, me desesperaba no escuchar el ruído, tocar sus formas, sentir sus curvas abarcándome completo, rozando mis piernas, tocando mi cara, mojándome entero con su esencia; pensé en no seguir, y era, este pensamiento, la mayor huida de mi vida, buscar ese límite del cielo en sus formas eternas, y olvidarme, olvidarme de las manchas desgarradas con furia, de las cosas que se arrastraban en ella, de la fuerza con que quebraba, ahora, mi ser. Y cuando, convertido en mi propia sombra, apuraba los pasos al filo de un final, ella volvió, todo terminaba y ella volvió, fue la felicidad, la pasión, el amor que no pudo destruir el tiempo, y yo lloraba de alegría por dentro, y me empapé de ella, recobré sus formas, y nuevamente soñé, soñé como hace meses no soñaba. Pero, inextricable como toda marea, esta vez se acercó decidida a ahogarme, yo no lo sabía, quizá ella tampoco lo sabía, así que la llevé al primer lugar donde la conocí, solté litros de ella, sus manchas, sus brumas y sus formas e imploré al viento que la arrastrara lejos de mi vista, pero todo fue en vano, en el momento que, agotado, lanzaba las últimas gotas, un malestar se apoderó de mí, me quedé sin fuerzas y golpeó sobre mi frente, toqué la tierra, di vueltas y vueltas sobre el fondo, y ni bien logré salir, volvió a golpearme...

fui arrastrado mar adentro.


Este escrito fue también publicado en el  foro de Filosofía y Letras

El Salto





¡Salté! Justo cuando ya estaba por llevarme el tren. Y me quedaste mirando, con rabia de estación, de vagones llenos, de caras apretujadas contra el vidrio. Era el momento, en otro tiempo no hubiera podido, se me cerraban las puertas, sensación de una suerte de letargo esquizofrénico. Y entonces, desvarié en el pasillo, me confundí de brazo, luego el hombro no estaba en su lugar y finalmente la boca era una quimera.

Me quedé en el río, el salto me llevó directo, y vos me mirabas en el tren con cara pasmosa, de regreso de ciudad, de virulenta idiosincrasia de la que no estabas segura, y en el otro estrecho, yo salté. Aún no sé, no me decido, es demasiado peso la elección, dos caminos, dos destinos, salto, me quedo. Pero claro, el río no tiene tus gritos, y soy una persona solitaria. Decididamente conflictuada en espacios abiertos.

La botella de ron lagrimeaba, acostada, sus últimas gotas. Me quedé dormido en la arena…1842, Enrico da la orden de ir al frente, 450 hombres que ya estamos muertos antes de levantar el fusil, me borran el nombre, caigo herido, casi creo que ya estoy caminando sobre otra vida, pero ellos hablan tan fuerte que me irrumpen el sueño, luego nos arrastran por el lodo, preguntan cosas en alemán que no alcanzo a entender, las palabras transparentes no me sirvieron de nada. Ahora caigo al campo, me escupen la cara ¿y ahora qué hago? ¿así, maniatado, con una bala en la pierna y el pensamiento en otro lugar? ¿Les explico que lo único que sé es –y no muy bien- escribir cuentos? Me callo, me la banco, que le voy a hacer, no puedo moverme, me patean las piernas, y Woher kommst Du? Y luego Freut mich Dich kennengelernt zu haben, pero me patea el hijo de puta, Si me soltara un poco la cuerda, no sabés.
Se hace de día, debo haber dormido un siglo. Por suerte sigo en la arena, y no dentro del río…

Ya habrás bajado del tren, mordiendo los dientes, puteando, con la rabia al cuello, y el orgullo embarrado de venganza.

No sé si hice bien en saltar del tren sabés, pero tus gritos me dolían más que el balazo en la pierna...pronto miraron al cielo, una seña, y me dejaron tirado, atado, a la intemperie y librado a la suerte (o a la muerte) Dos aviones cruzaron el campo, pronto una lluvia de fuego, la tierra se levantaba en fragmentos y se esparcía a distancias de nosotros, entre el pelo, el casco partido de Agos, el brazo quebrado de Ivano y tu sonrisa; no lo vi venir, fue un estampido, las ráfagas pasaron sobre el casco, luego él cae, el fango, la frágil frontera y vi el final, tus ojos, tus labios, tu piel, los besos.

Todo se borró en un salto y te quedaste mirando las vías, con ese estado de shock tan lamentable, y tu cara empapada de rojo.



Discusión







-¿A España?
-Sí, si, a España, 1500 dólares
-Pero mirá que Italia…
-Dije Francia
-No, dijiste España
-Ah, bueno eso, si ¿Qué te parece?
-Yo tengo doble ciudadanía así que podemos, además vos sabés que yo voy con vos hasta China si querés
-Pero ¿quién habló de China?
-Es una forma de…
-Bue', eso, pero China no. Aparte yo no dije que me acompañes
-¿Eh? pero…
-Bueno, la otra vez sí te dije, pero es porque estaba en el trabajo, aburrida y…
-Ah, me ilusionás porque estás aburrida entonces
-¿Eh? Bueno, vos sabés cuánto te quiero
-Si me estás diciendo que te vás
-Yo me quedo acá ¿te pensás que me voy a ir a otro país? Estás loco
-¿Y si nos vamos a vivir juntos?
-Bueno, pero al campo
-¿Al campo? ¿y qué vamos a hacer ahí? Te vas a aburrir
-No, ves, no querés que nos vayamos juntos
-Claro que quiero, yo por vos…
-No, no querés ¡ves! Ahora sí que me voy a Portugal sóla
-¡Pará! ¿Estás loca? Si que quiero y sabés muy bien cuánto…
-Callate, dejá, me dio sueño, y ya estoy aburrida
(Se hace un silencio, mientras pasa un auto, vuelan las hojas de otoño, y una araña me pica en el cuello)
-Al fin un abrazo
-¿Qué abrazo? Te estoy quitando una araña.
-¡Uff!
-Uh, ya te pusiste demandante ¡cagamos!
-No. Bueno, volviendo al tema, yo te dije la otra vez que estaba refaccionando una casa vieja ¿porqué no nos vamos ahí? Ya casi está. Además el sueldo que gano ahora viste, sabés que no alcanzaría para el alquiler y la comida, y después el próximo año nos mudamos a…
- ¡Así cualquiera! No. Yo quiero un departamento cerca de mi casa y para mi, sóla
-¿Cómo sóla? Bueno, dejá entonces, no sé para que nos comprometimos, si al fin y al cabo, no querías que estemos juntos
-Y la verdad que no
-¿Eh? Pero entonces…
-Creo que es mejor tomarnos un tiempo
-No me jodas con eso, un tiempo es un final, además…
-No, vas a ver que no, es pasajero y…
-¿Cuánto tiempo?
-Un par de años
-¡Me estás jodiendo!
-No te pongas en víctima
-Pero es que yo…
-Shh! Dejemos las cosas como están
-¿Me vas a llamar mañana para mi cumple?
-Mañana no; quizá para tu cumple del 2011
-¡Pero estamos en el 2009!
-Te pedí un tiempo, querido ¡o no te acordás!
-Pero me dijiste que estemos juntos, que yo era el hombre más tierno y compañero que…
-Eso fue hace como dos horas, y yo vivo en el presente. Me voy
-Vos sabés muy bien cuánto…
Ese día me cerró la puerta en la cara, ni siquiera pude decirle cuánto la amaba, ya pasaron dos años y no supe más nada de ella.
No puedo odiarla, no me sale, sé que sería más fácil así, pero no. Miro mi cara al espejo, me pongo fiero, frunzo el ceño y nada, entonces repaso recuerdos malos, ciertas crueldades innecesarias, manchas de tinta en la blanca hoja, palabras que duraron lo mismo que el alba, y sigo, repaso soledades, cuento las veces que huiste, recuerdo puñales y sí, un momento, una bronca pasajera, suelto un insulto y ya está, eso es todo, nada. Qué lástima, pero no puedo odiarla, sería más fácil así.
Hoy es mi cumpleaños, miro el teléfono y cuento las horas. Aún no llama, comienzo a desesperarme, el médico ya me dio unas pastillas para tranquilizarme, pero las tiré al inodoro.

Estoy preocupado: seguro que olvidé darle mi número.

Fondo Negro






Me entregó dormido, cuando el día aclaraba, entre cervezas tiradas y la sangre en mis labios. Golpearon la puerta, a los gritos, y ella reía, tal vez de los nervios, pero reía. "es por tu bien Marcos" susurraba en un constante trinar de dientes, como si el frío de repente hubiera entrado en la habitaciòn. Lo sentí en el pecho, como una puñalada y la sangre que se va del cuerpo. No tenía fuerzas, eso es claro, pero de todas formas, la trompada dio en la mandibula del médico. "A mi no me lleva nadie" grité. "Es por tu bien Marcos, es por tu bien" Yo no estaba loco Marita, bastante deprimido sí, y sé que te asustaste al ver la sangre, pero ni siquiera fue intencional, no quise cortarme, no daba más sabés, quise tirar el mundo a la mierda cuando me dijiste que te ibas. Lo pensé, sólo lo pensé, ni siquiera pasé al acto conciente. Estaba deprimido, angustiado, cansado, pero no busqué la sangre. Fue un brote psicótico dirían después, pero yo no estoy loco Marita. Me metieron en la ambulancia, pronto las pastillas y las caras deformadas de los enfermeros, no sabés que horror ver sus caras desfiguradas, y "que hiciste" y "me borro" y no te borraste, seguiste tirando basura en público, ensuciando mis calles, buscando coartadas y lógicas de ocasión, hablando de invenciones y trucos perversos que no estaban en mi mente, es que ni siquiera fue intencional, pero claro, a la tercer pastilla ¡andá a explicarle a los médicos! deliraba, balbuceaba incoherencias, y el cuadro era locura, demencia ¡que otro iba a ser!

No estuve mucho tiempo adentro, me llenaron de pastillas y andaba en bolas por los pasillos, ahora que lo pienso, sino estás loco, ahí dentro, hacen lo necesario para que lo estés. Es increible. En una semana estaba en mi casa, no tomé más las pastillas, que se las metan en el orto, la angustia es una mierda pero estoy lúcido, para que cerrar los ojos, la realidad la disfrazan todos, con droga, con plata, con alcohol, con la mentira de que existe Dios, con cuentos, con violencia, con la mentira del goce individualista, con la superficialidad de lo material, con lo que se te ocurra Marita. A mi me duele el pecho cuando veo que te tomás en gracia un mundo que se cae a pedazos, yo lo veo todo negro decís, pero vos no tenés idea las cosas que yo pasé, y muchos se me fueron sabés, gente cercana que terminó mal ¿y vos pretendés que te siga el juego? esto es angustia y la saco como mierda puedo.

Hace un año que no te veo, sé de vos porque sos pública y tu burbujas son fáciles de encontrar -ayer compré tu libro, estaba en la parte de literatura erótica, como era de esperarse- pero me quedo a distancia sabés, no voy a ir a reprocharte, pero estabas equivocada, no fue por mi bien lo que hiciste, fue por el tuyo...y lo acepto.
Sí, yo te mandé los jazmines a tu casa ayer, no hay rencor Marita. No ando bien de salud, pero al menos ya no siento la sensación que se me cierra el pecho como cuando te ibas.
-todos los de la sala cuatro dirijanse al pasillo
Lo siento, me tengo que ir Marita, me espera un cigarrillo mojado y una lapicera con poca tinta en el pasillo, no se está tan mal después de todo. Espero que entiendas. Yo no estaba loco cuando me llevaron. Pero lo acepto, lo acepto.



(Pintura: Bruno Busnelli)