A la memoria de mi abuela
Última mano que roza el pelo
/tiernamente/
tiempo de dramitas lejos,
ojos brillosos, rasguños pequeños
las cosas de grandes con mi madre
con nosotros: el amor.
conmigo,
/con mi egoísmo de diez veranos/
lo absoluto
/de haberlo sabido
quizá/
Pero se esfumó una noche,
de esas noches solas,
que a un Dios implora,
el fin, el derroche
y cuántas criaturas
con ella, pretérito;
sin ellas
/al fin/
Chiquillos gritones
desterrados en provincias,
la ciudad siempre tan lejos,
una muere sola
/se dijo/
El hombre: perdido,
el siguiente:
/no querido/
ausente;
y a desandar
la oración
La pensión de testigo
pronto las venas
/hinchadas/enfermas/
No iban a aguantar
el médico lo dijo
/dolor/
Pronto el fetiche al cuerpo
ritual sádico
/despedida/
las lágrimas de los presentes
/siempre tan ausentes/
y
la miré
/tiernamente/
tiempo de dramitas lejos
ojos brillosos, rasguños pequeños
Uno,
/finalmente/
muere solo
/me dije/
y despedí su amor.
2 comentarios:
Bellísimo, Diego! Me encontré a los 10, en un caminito largo al frente, pero mirando hacia atrás. Me gustó mucho.
Gracias, Pame! me alegra que te haya gustado esta suerte de regresión poética.
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